lunes, 18 de octubre de 2010

cura






Iglesia tiene muchos significados y casi ninguno genera duda. La palabra Dios se usa mucho, unida a locuciones. Pero en si misma genera dudas.
Dios como hacedor del universo se pone en duda. El asunto es que para reconocer la no existencia de Dios también hace falta mucha fe. Y para conseguirlo haría falta dejar de ser humano. Aunque no se si también divino.

Esto es lo que me pareció entender tras leer un artículo sobre el libro de Stephen Hawking ,"The grand desing" cuyo autor comenta tras leerlo, que Hawking afirma que la ciencia se basta por si sola para explicar cómo apareció en universo de la nada, y por qué todas sus leyes y constantes físicas parecen tan bien afinadas para permitir nuestra existencia. Y que la figura de un Dios creador es absolutamente innecesaria para explicar el origen del universo.
Pienso al respecto que al carecer de capacidad creadora y reproductora salvo para la supervivencia; en fin, al contar solamente con capacidad reproductiva es por lo que mantengo mis dudas al respecto de todas y cuantas conclusiones se hayan establecido. Que no es por no saber o querer saber. Y que aunque físicamente pueda explicarse, el concepto de la nada y el todo quedan sin poderse comprender, por imposibilidad.
Por eso creo pese a poder equivocarme que Stephen Hawking actúa como un predicador, como todos aquellos que dieron a conocer la Biblia, con su libro.

No digo que no le crea. También creí en la transfiguración.
Lo que no comprendo, a día de hoy, es la forma de vivir la religión. No por cuestión de fé, aunque se ilustre tan poco, sino por cuestión de pensamiento.

Aunque hace unos días se publicó por parte de las máximas autoridades pontificias que se reconocía a Einstein, que se daba su aprobación desde la religión católica a sus descubrimientos científicos, la cuestión que me preocupa no es la ciencia, ni el posible conflicto ciencia-religión.
Me planteo la ética de la religión, y en concreto la higiene, porque está en nuestras manos.
No es un asunto alejado de cualquier otra área de organización de la vida.
El concepto del sacrificio, el conflicto entre géneros, la represión, la sexualidad, el disparate, el respeto, la raza, la procedencia o la fe, no se encuentran ética ni muchas veces higiénicamente superados en la vida civil ni en la militar.

A pocos cristianos les he oído decir que Jesucristo era judío, que María era judía, y sin embargo les he oído hablar mal de los judíos. No digo que no existan razones, pero también hay razón para el reconocimiento.
A pocos sacerdotes les he oído decir que el amor, o la libertad están por encima de lo que administrativamente conviene; o lo que es lo mismo, de la posibilidad de generar un conflicto, un desajuste. Pese a que ese orden que se deja entrever no es sino una forma, como cualquier otra.

Y llegada al punto de comprender la barbaridad, no me queda sino sentirme en semana santa a diario, o bien, en el enfado perpétuo que tampoco es sano.
Probadas ambas compruebo que por la senda de la barbaridad, del sacrificio de la conciencia, no llego a ver la luz ni apenas señal alguna.

Decía Eduard Punset que la felicidad es la ausencia del miedo, y este sea probablemente mi error, el que comparto. Porque en la búsqueda de la seguridad se pierde mucho tiempo en debate con la inseguridad, pensando en el riesgo, desconfianza, miedo al fin y al cabo.
Deduzco por lo tanto que en general se prefiere vivir en un entorno de seguridad antes que en un entorno de felicidad. Y que este tipo de preferencia esta mediado en cierta forma por la falta de preparación para la muerte.
Como no me puedo morir de momento, no he podido llegar a dilucidar alguna cuestión que pudiera interesar a cuantos buscan ser felices por encima de todo.
Por eso me encuentro debatiendo a diario aspectos como la higiene que tienen que ver con la salud y el bienestar, y no con la felicidad.

No es malo el apunte, y por eso lo dejo. Es importante respetar las decisiones de otros tanto como las propias para mantener la salud en forma. La raza no existe sino como una característica del aspecto físico.
El conflicto entre géneros es tan parcial que no puede abordarse realmente.
La represión ejercida sobre algunos elementos químicos como el carbono, origina cambios sustanciales y fundamentales, pero el ejercicio sobre los seres humanos no garantiza cambio alguno al margen de la deformación.
La sexualidad es un principio de la vida, pero las relaciones sexuales por si mismas, no la garantizan. Tampoco ningún tipo de crecimiento. Si bien, en gratuidad y reciprocidad, son siempre saludables.
El disparate está a la orden del día, y se nutre de la ausencia de respeto, de conocimiento y consideración.
Y no creo en el sacrificio, sino en la cesión, en cualquier caso en la generosidad como forma de superación.
Más o menos esto procuro mantenerlo en claro.
Sigo manteniendo todo tipo de preguntas en cuanto a la fe. Y los eclesiásticos no suelen explicarlo.
No se cómo la miden. Si utilizan números exponenciales o atómicos. Si mantiene relaciones con los sentimientos de amor y dolor. Si el deseo la estimula o simplemente la refleja. Cuánta fe se necesita para combatir la gravedad. Y por qué algunos parecen haber conseguido superar la gravedad en todos sus sentidos.
Si no conviene fijarse en la dirección y si hay que perder o superar la magnitud.
Y a veces, creo que si no me indican, que si no quieren salvarme, es por alguna cuestión que no merece la pena abordarse por parcial. Que significo menos que esa absurda cuestión, que sirve para perder el tiempo, y que de no superarse, nos llevará a todos al infierno. Que en terminología actual parece querer decir purgatorio. Pero no es.



Mientras, los científicos, no dejan de hablar de cuantos.

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