viernes, 6 de febrero de 2009

La caída de los Principios

Desde hace un par de décadas se oye hablar de caída de valores. Leo que hay una crisis de valores, de líderes, de iniciativa.
Pero los valores, los líderes o la iniciativa, dependen de unos principios.
No es lícito hablar de crisis de valores si no se denuncia la aniquilación de principios.

Por ejemplo, en las Facultades de Publicidad se estudiaba el principio de Mc Luhan: El medio es el mensaje. Y los publicitarios se quejan de que la crisis de las agencias sobrevino por el fusilamiento de los códigos de las marcas en sus campañas.
Lo cual es cierto.
Pero a día de hoy, el principio aprendido de que el Medio es el Mensaje, no existe.
Fíjense ustedes en que el mismo mensaje se emite en Medios creados y surgidos a partir de la diferencia técnica y tecnológica. ¿Cómo se puede ver una cuña de radio? Solamente a través de los recursos del Medio. ¿Por qué el mismo formato, al que se le quita-por exigencias obvias viusales o auditivas- un trozo, se emite tal cual en diferentes canales?
El principio se ha aniquilado.
En las Facultades de Periodismo se enseña en principio a dirigirse donde está la noticia. Y posteriormente a trabajar sobre las cinco preguntas: What? Who? Where? How? Why?
Ambas profesiones están ligadas con el trabajo de investigación. Con la estrategia y con la planificación. Casi todo se aprende en la guerra.
Pero finalmente, la noticia aparece mutilada. Unas veces se omite el Quién, otras el Cómo, y frecuentemente, el por qué.
Por razones políticas, dirán. Pero a veces es simplemente por ocultar la vulgaridad, la estupidez, los pecados capitales universalmente reconocidos, y en ocasiones porque la censura económica impide publicar la noticia que sustenta tantos otros despuntes.
El ejemplo más ilustrador es el de los crímenes. Por eso gustan tanto las novelas negras y policíacas.
Ustedes, expectantes, desean que un crimen se resuelva. A veces urge buscar al culpable. Se encesita cerrar el caso.
Y el principio del protagonista y del antagonista se impone al sentido común y a la evidente cordura. Porque para fabricar una víctima, para conseguir un secuestro, para perpetrar un asesinato, hacen falta muchos colaboradores.
Colegas, competencia, vecinos, amigos, familiares, policía, curas, médicos, comerciantes y un sinfín de ciegos asociados a la elección de la víctima.
Posiblemente el móvil no fuera más que el deseo de matar, el propio robo o la envidia.
Pero todo el entramado de acciones y mutismo, la estrategia y sus tácticas, el factor espacio tiempo, las negligencias y las astucias conformadas, la pantalla que se elabora como una segunda vida artificial y procesuada, dotan a un deseo asesino de una ingeniería asombrosa y sofisticada. A veces, la mayor parte de las veces, digna de valiosos estudios antropológicos.

Como la política viene bien para todo, muchos de los crímenes se enmarcan en procesos vitales adquiridos, como si la evolución vital de cientos de personas fuese la misma.
- Espere usted un par de años más, que la media de la mortalidad en enfermedades de este tipo se ha elevado.
- No conviene abusar de ataques cardíacos- dice la comunidad científica. No nos echen a perder tantos años de trabajo y de éxitos.
- No se olviden de que si algún familiar denuncia algún error de diagnóstico, puede haber indemnización.

Así están las cosas de latosas y de paradas. Por lo que si la víctima respeta la medicina, la Magistratura o el Derecho, si se cura en salud y en formas, si cree en el sistema en el que ha vivido sin excesivo celo y sin exceso de confianza, si tiene amigos, si tiene fe... el proceso es más costoso.
Por muchos falsos hábitos y demonios. Por muchas batas blancas tintadas de sangre. Por muchos uniformes con mancha. Por muchos letrados iletrados. Por muchos educadores prostituidos. Por muchos vecinos traidores. Por muchos amigos enemigos. Por muchos funcionarios corruptos. Por muchos comerciantes sin alma. Por muchos tratamientos torturizantes y por muchos videntes ciegos que la invaliden, si la víctima se opone; la cosa- "la vostra"- queda en evidencia.

Así pues; por mi hija y por la fe en los Derechos Fundamentales del hombre en la tierra. Por la ciudadanía con la que nos han honrado algunos hombres buenos, denuncio estar viviendo un atentado.
No quiero con esto, situarme a la altura de personas que están muriendo cada hora de inanición. Porque en ellos está el futuro de la tierra. La vida del planeta. Y mi fe en el fuego eterno.
Yo deseo que me lleguen a tocar con sus lenguas, en alguna forma o parte.
Por eso denuncio con todas mis fuerzas la gratuidad de la barbarie.
Porque son Avisos.

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