
Subirán.
Subirán a la cima del mundo.
Vencerán la fuerza y la densidad.
Rotarán despacio y sin aliento, pero subirán.
Dejarán en blanco las cenizas. El polvo húmedo del desaliento.
La víscera blanda y el fuego.
Volarán.
No se sabe cómo, pero volarán.
Sin pasos y sin huellas. Sin cuerpo y sin alas.
Quizás como un reflejo. Como las ondas del sonido.
Porque el rayo no lo vemos. Se nos ha oscurecido.
Subirán por contravencimiento. Por convencimiento. Para no dejarnos sólos en el laberinto, entenderán.
Como el azar que nos devuelve a la vida. Como la ilusión en la tierra. Como una estela de olores. Sin color que los confunda. Sin estado que los destruya. Sin miedo que los detenga.
Subirán. Suben.
Detrás de nada, sin tregua ni fondo. Sin vértigo en el tiempo. Y sin tocar.
Para que exista el fuego, eterno.
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