martes, 13 de enero de 2009

La Idea


La intención de este blog, sobre todas, era la de hacer amigos.
Quería, como muchos, hacer comunidad de principios o ideas. Comentar cosas que pasan, sin polemizar. Buscar apoyos entre gente afín que no se encuentra.

Pero, como cuesta mucho encontrarse, aprovecho la ocasión para sacar a la luz un asunto muy triste y muy grave.


Algunos soportes y medios de comunicación tratan de abrir una especie de debate sobre la existencia de Dios. Entiendo que no es el momento. Para ello, el mundo tendría que estar en paz. Mientras exista la guerra, urge antes combatirla. Y esto se consigue por oposición. No mediante el planteamiento de la idea de Dios. Porque en casi todas las religiones, Dios se ha manifestado a través de figuras humanas. Por lo tanto, lo divino puede relacionarse con lo humano sin reparar en gastos. Esto es: cualquier ser humano es susceptible y capaz de superar su maldad.
Esto lo han demostrado muchos seres humanos. Algunos creyendo que existía Dios, y otros sin creerlo.
Eso de que un poco de maldad o de malicia, no viene mal, es una mentira. Para sobrevivir son necesarias unas condiciones y unos recursos que tienen que ver más con el ingenio, la naturaleza y la resistencia, que con la capacidad de generar males o perjuicios.

Me resisto a abordar la noticia, porque es tan triste que casi no me atrevo a denunciarla. Los protagonistas son pueblos enteros muriendo de abandono, de enfermedad, de debilidad y tortura, y quizás ahora de frío.
Miles y miles de niños ucranianos mueren en las plazas y calles de las principales ciudades de Ucrania de sida, hambre, droga o frío. Vagan como mendigos hastiados, enfermos y provocadores, pidiendo limosna y hurtando desde las salidas de los orfanatos hacinados, hasta el centro de una plaza de Kiev. Algunos arrastrando las secuelas de la tragedia de Chernobil.

Sus madres y sus hermanas se han marchado. Nadie las busca. Nadie las encuentra.
Permanecen secuestradas en prostíbulos turcos. Algunas ya han contraído las venéreas o el sida. La mayoría llora desconsolada mientras la policía las devuelve a su país, donde heridas de muerte, encuentran la miseria esparcida entre los restos de una antigua cocina en la que la espera algún niño lisiado.
No cobraron por los servicios prestados a Turquía. No pueden ni siquiera entregar un trozo de pan -un bollito blando- a su hermano, ni entregar la medalla de héroe de guerra a su hermana.
Porque se tuvieron que conformar con la tortura y el sello en los pasaportes requisados.

Inútil suplicar al pueblo ruso, que se muere mientras ve robada su dignidad y su pan. Inútil gritar porque Europa se ha insonorizado. Inútil protestar porque su vecina ni siquiera volvió, puesto que le obligaron a ser violada sin preservativo. No, no tuvo suerte.
¿Por qué no la tuvo? ¿Por que Dios no existe? ¿O porque Dios existe?
La pregunta no tiene doblez: ¿Quien quiere que Dios exista? y ¿A quienes les interesa que Dios no exista?
No le interesa a Europa, ni al turco que se quitó el preservativo, ni al gobierno ucraniano- responsable de su pueblo-, ni a la oligarquía rusa, ni a España, ni a Oriente Medio, ni a China, ni a los grandes países, ni a los pequeños.
Pero no podemos entender por eso que Dios no exista.
No porque estemos en deuda como especie con el planeta. No porque no sepamos ser felices. No porque no tengamos corazón, ni alma que abrigue nuestra piedad. No porque celebrásemos la pasada navidad el nacimiento de Cristo mientras ángeles de 5 años se están muriendo al norte de continente torturados por las drogas y el hambre. No porque consintamos que vírgenes de veintitantos sean esclavizadas y sometidas 4 y 5 veces al día. No porque callemos mientras nos calentamos frente a la tele.
No porque miremos hacia otro lado y denunciemos "guerra sucia" contra los palestinos, alcanzaremos ni un ápice de dignidad.

Porque las plantas y los animales cumplieron y demostraron hace ya millones de años que se puede vivir en la tierra.
Es nuestra especie la bárbara y la destructora de cualquier bien que no sea el fuego. Porque el agua tiene que helarse o sobredimensionarse para pararnos. El viento tiene que esforzarse para que lo apreciemos, y la tierra, la pobre tierra, casi ha enmudecido porque ya no la dejamos temblar.
Es la idea de nuestra especie la que debe de salir a debate. No la de Dios. Hacer esto último es ridiculizarnos masivamente.

Como no comprendo el no interesa; como no comprendo que no se pueda pudiendo; como no entiendo de demonios, he escrito por si pudieran venir algunos de los ángeles que están exterminando junto a la idea de Dios. Yo se que si vienen, por los que han venido, que encuentran el paraíso donde nosotros no vemos más que problemas.
Si, aquí en España.
No hace falta irse mucho más lejos para ser feliz.



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