sábado, 1 de noviembre de 2008

Anima




El uso y consumo de compuestos de drogas, he asumido que es bastante habitual entre la población no vinculada con el crimen.
Entiendo su utilización en este último sector. A fin de cuentas, su propio fallo garantiza no padecer un sufrimiento permanente y corrosivo.

No comprendo, sin embargo, el miedo que padece ese otro espectro de personas respecto a su propio pensamiento.
La estimulación de los sentidos quizás sea superior bajo el efecto alucinatorio de algunas de ellas.Pero se pierde el registro de lo vivido. Por lo cual, si es bueno, no puedes recordar tu propio pensamiento. La forma de volver entiendo que es el hecho de volver a provocar una situación semejante.
La mezcla del pudor a la repercusión de lo que se comunica y quizás, el miedo a la soledad sean responsables de la falta de observación y más que de ella, del pensamiento que origina.

El otro día, sin ir más lejos, acudí a rallar pan junto al hormiguero de mis vecinas. En general quedó tan fino que las que estaban cerca ni se inmutaron. Una llegó hasta una porción mayor y la cogió. Por el camino se encontró a otra. Vi como juntaron cabeza con cabeza y mientras la que llevaba la carga acudía al hormiguero, la otra volvió a las coordenadas donde la primera encontró su miguita. No encontró su miga y le costó un par de minutos encontrar al este, en línea perpendicular a su hormiguero, el montón. Finalmente llegaron más.
Me dio pena, así que cogí una loncha de jamón serrano que ya ondulaba y la corté en finas hebras.
Una hormiga cogió una- creo que pueden oler- y a mi me pareció que daba un saltito.
(- Ha dado un salto. ,No puede ser. No puede ser que yo haya creído que se haya alegrado. Y si así fuera ¿quien me creería? Oh! no. Lunática, no. Bueno, me ha parecido. Lo cual es mi propia interpretación. Me quedo conque me ha parecido. Dios, esto con la droga no debe de pasar. Se puede experimentar pero no se piensa. Es eso lo que deben de querer.)
Como no interesa saber si las hormigas experimentan algún tipo de movimiento parecido a las emociones, lo he dejado pasar. Por otra parte, con el frío, ya se han escondido. Y menos mal, porque no tenía intención de dedicarme a ello.

Me incomodan también los gestos de los mamíferos. Por ejemplo, la expresión facial de los perros en general. Se están burlando, -pienso- están poniendo cara de niño. ¿Cómo es posible que me haga creer que está emocionado? Un ligero brillo acuoso en la curvatura del párpado. Parpadeo doble. Relajación muscular. No. Ahora se ríe. Se está riendo. Vuelve a parpadear. Gira la cabeza.
No tiene espejo, no lo conoce. Sus congéneres no se lo indican. Pero me está llamando.
¿Cuántas pruebas habrá llevado a cabo, cuánto ensayo y error para comunicarse con alguien como yo? ¿Tendrán alguna idea del engaño? ¿Por qué no podemos vernos a través de ellos? ¿Por qué somos tan inferiores?
No hay derecho animal pese a que se nos haya otorgado la facultad de crearlo. Y por consiguiente, se prima la maldad sobre la bondad. Lo artificial sobre lo natural. La mentira sobre los sentimientos. La acción sobre la reflexión. La barbaridad sobre la comprensión. Y el orgullo sobre el ánima.
Todo está en su contra. Y todos estamos en su contra. Y pese a todo, no nos atacan. No reprochan. No envenenan. No maldicen. No mienten. No roban. Ni siquiera se fagocitan.
Siempre a la espera, como un soldado de guardia, como un ángelus a la vida, dando cuerpo al vacio. Tocan nuestra existencia. Animan nuestros sentidos, sin fallo. Sin deuda. Sin trampa.
No cobran. No pasan factura. No provocan accidentes ni desgracias. No nos arruinan.
Y no los podemos consumir.
Quizás sea por eso, que algunos prefieran las drogas. Porque además, caben en el bolsillo.

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