
Cuando oí hablar por primera vez de los extraterrestres, se referían a los platillos volantes.
Los famosos ovni´s. Eran muy pequeños, así es que pensé que los extraterrestres, si viajaban en ellos, también lo eran.
Enseguida apareció E.T. Y era más grande, al igual que su platillo.
Nunca me pregunté si existían en otros planetas E.Ts.
No me interesó demasiado porque el tema se mezclaba con la parapsicología y con la quiromancia. Y no podía soportar que unos señores se las dieran de predecir el futuro.
Enseguida llegó la contaminación, el agujero de ozono y el cáncer. La caza indiscriminada de animal libre y la vejación y el terrorismo aplicado al doméstico. Luego, el problema de la sequía y la vertiginosa desforestación.
El hecho de rodear de misterio algo tan sustancial como la vida, ya no me produce miedo o repugnancia. Creo que se debe de denunciar.
Si por un casual, llegamos a ver lo que física o biológicamente no podemos ver, es importante que nos reconozcamos necios y estúpidos. Puesto que muchos de nosotros padecen enfermedades en la vista. Y no por ello, se desarrollan menos.
Si hace cien o mil años hubo indicios de querer saber; no conviene ocultarlo a nadie. Porque lo que es, no es malo ni bueno. Y negarlo, es negar nuestra propia existencia.
Bajo el prisma de ninguna moral se anima a negar la existencia. Por lo tanto, el que así actúa, no está luchando por la vida. No tiene moral.
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