sábado, 23 de mayo de 2009

E.S.O.

No se puede ir de víctima cuando se tiene todo a favor. Cuando hay cabeza visible. Cuando hay descendencia. Cuando hay tregua permanente.
Cuando es el menor quien ataca. Cuando hay referencias, modelos, representación.

Podemos quejarnos, eso sí, de lo que no está en su sitio. De los monopolios que nos pertenencen pero que ahogan. De la falsa moneda circulando. Quizás del tono y muchas veces también de esos tempos mezquinos.
Ah! Pero cómo nos miran quienes quisieran poder tener lo que damos por hecho. Cómo nos deploran quienes tienen que sucumbir a jefaturas de hierro o de cristal. Cómo nos verán quienes nos miran.
¡Cómo suspiran en América del Sur por una Corona como la nuestra!

Escucho canciones, oigo melodías de amor y de lamentos. Me hermano y pienso cómo me sentiría yo si no tuviese a quien recurrir, dónde apostar, a quien entregar y por quien velar.
Cómo me sentiría yo si dependiese de un único gobierno, de una sola administración, de un único partido. Si no existieran instancias superiores ni observatorios que tuviesen la facultad de aminorar, templar o despejar...
Y entonces los admiro.
Comprendo su mérito y su lucha incansable a través de los siglos, sus ritmos de sabia y sus calentones, su larga espera su imaginación.
Vivir en un paraíso intocable. Restringirse en lo básico; incluso en la miga, en la tinta, y en tantas oportunidades.
No pensamos, a menudo, en que debemos sembrar. Se nos olvida.
Y mientras ellos, sin poder hacerlo.
Y a cada paso que doy veo lo mismo que yo también repetí. Mirar hacia afuera buscando, sin girar , sin dar la vuelta.
Y con ello vienen los tropiezos y los problemas.
Porque los paraísos existen si uno se empeña. O al menos, puede verlos si capa tras capa, no se arruga y resiste.
Lo de dar ejemplo es fácil de decir, pero a veces está todo tan revuelto que a uno se le quitan las ganas. Supongo que la mayoría aguanta. Las mujeres mayores casi todas. Los hombres fueron educados de otra forma.
Pero a los pequeños no se les enseña nada de eso, y viven con lo que se han encontrado, sin preguntar.
Es bueno que pregunten y se les enseñe. Si no divagan y solo miran a un frente. O escapan. O se confunden.
Y es bueno aclarar las cosas. Probadlas pero no en el sentido de muestra, sino en el de consciencia. Porque si no a la larga pierden la comunicación. Y todo ese tiempo posible no se recupera.

Y es cierto que afuera no se entiende esa manía que se propaga en devaluar lo nuestro. En ridiculizar lo bueno y lo que perdura. Que incluso desde fuera se reconoce. Ahí está la señora maría, como si no fuese la red que nos salva; o la Corona, como si no fuese Jefatura ni Diplomacia; o los ancianos que vivieron semiocultos durante décadas, como si no fueran venerables; o los políticos, como si no fueran profesionales...
Y de vez en cuando, se tapa algún escándalo o se utiliza. Mala cura, entonces, si cuando se debe airear la herida se tapona.
Yo comprendo algunos miedos que se ocultan.
Pero creo que se vive de eso en muchos casos. Y que es bueno tomar modelos que son fáciles de entender y que funcionan. Es la unión la que da fuerza, y no es tan dificil si se trata de prosperar.
Muchas familias lo hacen.
Pero nos olvidamos de que vivimos en un marco común que no es un invento. Y que eso se debe de enseñar en casa, y no evaluado desde fuera aunque convenga examinarlo.
Porque el que tira piedras a su propio tejado ya vendió la suya sin que le perteneciera del todo.
Y es triste que siendo compatriotas no nos comportemos como tales, pudiendo hacerlo.
Todas esas medallas que uno atesora fueron posibilitadas sin que él hicera nada para que existieran. Y quizás después, se olvidó de generar posibles para otros a los que ni siquiera miró.
Ah! todo se gasta, claro. Todo se gasta si no se repone. Y no se encuentra nada que no haya sido pensado y creado por alguien.
Yo he visto a extranjeros reirse de lo mal acostumbrados que estamos. Por pelearnos por lo poco que queda. Y mirarnos mal por robar.

Pero no se trata de luchar contra corriente como una vez me dijeron. Es Educación lo que falta y lo que se truca.
Y lo vi claro hace muchos años. Por eso hice el giro y distingo, veinte años después qué fue lo que salvé.
Continúo viendo ese filón de trabajo inagotable e inacabable. Y me reconozco en la impotencia, de nuevo. En la preocupación y en las limitaciones.
Quizás todo ese ejército que no vacila, se plantee algún día que no terminan donde cambia el nombre. Que no son diferentes ni más poderosos. Que los demás también son únicos. Que tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. Que ocurre algo maravilloso e insólito cuando se libran batallas por otros. Y es que uno se salva.

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