martes, 21 de abril de 2009

Contra la Tortura




Me acerco a su cuarto y a sus galletas de arroz hinflado y me detengo.

Mi hija no está. Me rozan los talones.
Aunque casi no he llorado. La tortura es lo que tiene, impide la relajación.

Hay gente que se ríe. Me mira y se regodean. Supongo que no han superado lo que eran.

Pero mi hija no está. Ni se dónde está. Mi hija ha desaparecido esta mañana del Instituto. Sin orden judicial ni notificación. Se la han llevado a la fuerza. La Directora se ha puesto el disfraz de madre y me ha matado.
Llamo a mi supuesta abogada pero se debió de olvidar de existir para otros. Voy al juzgado y me maltratan de nuevo. Voy a los medios y toman algunas notas. Voy a buscarla y no está.

-Asesinos.
Asesináis a la Madre.
Asesináis la tercera infancia.
Asesináis el estado de Derecho.
Asesináis a la Ciudadanía. La cordura y la evidencia.
Asesináis disfrutando.
Como aquel turco que cogió a su hijo español y huyó del continente.
Como aquel desposeído que violó a su hijo.
Como aquel matarife que presumía de ser Dios.
Como aquel torturador implacable que me persigue y vigila mi vigilia. Que seca mis lágrimas con fuego.
Como a aquel docto tarado que se exhibe en su propio teatro belga, de marionetas enanas y gesticulantes.
Como aquel cobarde místico que secuestró a la víctima.
Como el sádico que aparentas, eres y representas.
Como la tapadera de los hamases de la infancia y de la burguesía ladrona.
Como la voz del terrorismo.

Por eso os reclamo ante la Justicia. Por trabajar con esperpentos. Por ignorar al Juez. Por esconderos bajo las faldas de la mesa camilla de los capos. Por vuestra propia cobardía. La misma que os impide mirar a la cara a Baltasar Garzón.
La misma que utilizáis para expedientar a las víctimas y para secuestrarlas. La misma que utilizáis para burlar las sentencias judiciales. La que utilizáis para reiros del trabajo de las juezas.
Bajo las faldas de vuestra mesa camilla. Mesa que oculta a canallas y a hamases. Mesa que oculta la incompetencia y la infamia. La difamación. La persecución de los inocentes, su acoso y su calidad de víctimas, en una rueda sádica y calva.

En una ignorancia perpetua de la aniquilación sistemática y consentida mantenéis vuestro racaneo inmoral y canijo. Despuntante y desvergonzado. Incapaces de distinguir la verdad de la mentira, el inocente del culpable, el siniestro de las víctimas, y el acorazado del desprotegido.


Vosotros no pensáis en el mañana porque ignoráis la palabra futuro. La desoís a borbotones y sin piedad. La ahogáis en un duelo contracorriente y antinatural e insoportable.
Pero al torturador le parece bien que sea así.
El torturador sabe lo que hace.
El torturador supervive por la vía, agazapado y ruin. Tosiendo a la gente buena que le ignora.
No os libraréis de la infamia que generáis impidiendo la luz.
No pagaréis vuestras deudas ni hoy, ni mañana, ni nunca.
Hay muchos como vosotros, pero sois más que nada por silenciamiento y abnegación de las masas.
Existís gracias a la indulgencia de una conciencia colectiva que os vela. Gracias a la hipocresía de una burguesía ladrona y opulentamente ridícula.
Existís por la debilidad de la Patria. Por lo vacuo del sentimiento y las heridas que os cuidásteis en no tratar.
Vuestra marca no es marca, es tara.
Vuestra marca no es poder, es impotencia disfrazada. Es necedad y complejo.
Vuestra marca es mala.
El hacha que amenaza el tallo que no quiere torcerse. La capucha que esconde el delito.
Yo quiero que enciendan la luz pública y os vean. El foco que creéis haber cortado. Sobre el que eructáis cada mañana.
Yo quiero que os juzguen como a los dictadores y a sus mariachis. Como a todos los pederastas del mundo. Por las listas que abortásteis a los que pensaron que podía ser un primer paso para la Ciudadanía del menor.
Yo lucharé porque así sea.
Por mi hija.
Por los Hombres y las Mujeres que aún quedan en este País.






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