
El presupuesto destinado a cultura hispánica, si yo tuviera el poder, lo destinaría a quienes la crearon. Orfebres, alquimistas, botánicos, taurómacos, artistas, naturistas, logistas, comerciantes, custodios, científicos; y por sí mismos, transmisores e integradores de otras.
Se que me olvido, de su labor investigadora y probatoria, de su discreción absoluta y de uno de los mayores hitos de supervivencia de un pueblo.
No puedo llamar a ninguno brother, porque aunque ya no se prohíbe, mentiría.
Pero en la constitución genética, seguro que existe - al menos en la mía- algún tipo de hermandad.
Además, aunque haya sufrido muchos ataques, el gran muro de la vergüenza continúa perviviendo en nuestros corazones.
No he intentado llegar a profundo, porque no estoy capacitada debido a mi poco haber cultural.
Por otra parte, como no es posible el perdón, resultan inaceptables las intervenciones espontáneas porque no reflejan ni se aproximan a un espectro de sentimientos demasiado amplio y rico.
Se trata de un pueblo limpio que no cedió al maquiavelismo pese a que fue enterrado con Guttenberg. Que aceptó ser mancillado al extremo porque se opuso a la ingeniería del subsuelo que como un gran rulo de piedra y de acero cortante y diabólico después, taladraba los cimientos en los que reposaba nuestra identidad.
Se opusieron a las armas de destrucción y al bautismo de caín y de abel entre quienes eran hermanos.
Negaron la esclavitud a la tierra por perpetuidad, pero no buscaron su ruina.
No sería nada el mercado ni la mayoría de los negocios si no se hubiera copiado su sabiduría. Pero lo imperdonable durante tantos siglos, ha sido la ausencia de reconocimiento, la calumnia y la persecución, el exterminio... La condena, marginación y la indigencia como pan de cada día. Y el olvido eterno.
Si cualquier estudioso puede comprender la influencia de Roma, no está al alcance de casi nadie, estudiar la logística actual.
No se puede dispersar la moda, ni intentar una regresión en espiral, ni tratar de recuperar lo que han borrado de nuestra memoria. El tesoro que ocultan bajo la porcelana, bajo el brillo del papel y de la cosmética, bajo secretos de sumario y archivo, en algún lugar del planeta; lo tenemos delante de los ojos.
No por eso deseo llamarte brother, ni porque el término esté prohibido o malquerido.
No es porque deseare la consideración de mujer hispánica.
Es un sentimiento parecido a la comprensión cuando los de otras culturas nos desprecian impúdicos, o nos tratan de ladrones.
Es porque en parte nos lo hemos ganado a pulso. Y en su totalidad, quienes os utilizaron y exterminaron para sembrar el terror.
Por recuperar una amnesia perenne, un vacío en el semillero, un cortocircuito eutanasiado, una pena.
Ay, niño, ¡ay! Que tampoco podré verte en el lunar.
Se que me olvido, de su labor investigadora y probatoria, de su discreción absoluta y de uno de los mayores hitos de supervivencia de un pueblo.
No puedo llamar a ninguno brother, porque aunque ya no se prohíbe, mentiría.
Pero en la constitución genética, seguro que existe - al menos en la mía- algún tipo de hermandad.
Además, aunque haya sufrido muchos ataques, el gran muro de la vergüenza continúa perviviendo en nuestros corazones.
No he intentado llegar a profundo, porque no estoy capacitada debido a mi poco haber cultural.
Por otra parte, como no es posible el perdón, resultan inaceptables las intervenciones espontáneas porque no reflejan ni se aproximan a un espectro de sentimientos demasiado amplio y rico.
Se trata de un pueblo limpio que no cedió al maquiavelismo pese a que fue enterrado con Guttenberg. Que aceptó ser mancillado al extremo porque se opuso a la ingeniería del subsuelo que como un gran rulo de piedra y de acero cortante y diabólico después, taladraba los cimientos en los que reposaba nuestra identidad.
Se opusieron a las armas de destrucción y al bautismo de caín y de abel entre quienes eran hermanos.
Negaron la esclavitud a la tierra por perpetuidad, pero no buscaron su ruina.
No sería nada el mercado ni la mayoría de los negocios si no se hubiera copiado su sabiduría. Pero lo imperdonable durante tantos siglos, ha sido la ausencia de reconocimiento, la calumnia y la persecución, el exterminio... La condena, marginación y la indigencia como pan de cada día. Y el olvido eterno.
Si cualquier estudioso puede comprender la influencia de Roma, no está al alcance de casi nadie, estudiar la logística actual.
No se puede dispersar la moda, ni intentar una regresión en espiral, ni tratar de recuperar lo que han borrado de nuestra memoria. El tesoro que ocultan bajo la porcelana, bajo el brillo del papel y de la cosmética, bajo secretos de sumario y archivo, en algún lugar del planeta; lo tenemos delante de los ojos.
No por eso deseo llamarte brother, ni porque el término esté prohibido o malquerido.
No es porque deseare la consideración de mujer hispánica.
Es un sentimiento parecido a la comprensión cuando los de otras culturas nos desprecian impúdicos, o nos tratan de ladrones.
Es porque en parte nos lo hemos ganado a pulso. Y en su totalidad, quienes os utilizaron y exterminaron para sembrar el terror.
Por recuperar una amnesia perenne, un vacío en el semillero, un cortocircuito eutanasiado, una pena.
Ay, niño, ¡ay! Que tampoco podré verte en el lunar.
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